Un poeta de Pereira para el mundo

Un poeta de Pereira para el mundo

Texto basado en el articulo con el mismo titulo de Miguel Ángel Rubio Ospina, publicado en el blog Tras la cola de la rata,  en el link: http://www.traslacoladelarata.com/2013/06/12/un-poeta-de-pereira-para-el-mundo/

por • 12/06/2013 • Biblio.TK0 comentarios518

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El poema -a veces-
Capricho de entomólogo…

Por: Miguel Ángel Rubio Ospina

Eduardo clásico¿Cuándo podemos hablar del surgimiento de un verdadero poeta, en una ciudad promedio como Pereira? ¿Una ciudad que como capital apenas si se estrena con 46 años de vida departamental, separada del llamado gran Caldas o viejo Caldas? La hegemonía cultural de entonces, dictada por Manizales, propuso un modelo estético conocido en algunos círculos como grecoquimbayismo, una corriente poética de provincia, que similar a los piedracielistas capitalinos, mezclaban retóricas heredadas de la tradición romana y clásica con elementos autóctonos y costumbristas de Colombia. En este sentido, Eduardo López Jaramillo entrará en la escena poética colombiana  y sobre todo  en la  pereirana, con un rompimiento de moldes que lo inscriben como uno de los más grandes poetas regionales y, por qué no, nacionales de los últimos 50 años.

Eduardo López Jaramillo nació en Pereira el 10 de agosto de 1947. 20 años antes que el departamento de Risaralda se proclamara independiente y empezara  figurar en el mapa de Colombia, como unidad administrativa separada del antiguo departamento de Caldas. Estudió  filosofía y letras en Lovaina, Bélgica, lo que le permitió el contacto con otras lenguas y lo que propiciaría en él una voluntad de traductor impecable de poesía contemporánea europea. 

En Estados Unidos fue alumno de Octavio Paz, premio Nobel de literatura en 1990, siendo este su profesor en la universidad de Pittsburg. Entre sus obras literarias, trasegadas por géneros tan variopintos como el ensayo –El ojo y la clepsidra (1995)-;  poesía: Lógicas y otros poemas (1979), Hay en tus ojos realidad (1987). Como traductor con: Poemas de amor del antiguo Egipto (traducciones de Ezra Pound, prólogo y notas) 1990- Poemas canónicos de Constantin  Kavafis (traducción, prólogo y notas), 1985. Y en la  narrativa, destacándose como cuentista en Los Papeles de Dédalo (1983); y en la novela  Memorias de la Casa de Sade (2002). Encontramos un intelectual de alcances nunca antes vistos en una ciudad como Pereira.

En esta oportunidad, nos detendremos solamente, en aras de la brevedad, en contados poemas de su libro Hay en tus ojos realidad, y en algunos otros, por considerar este género el de mayor importancia dentro de toda su producción literaria.

Eduardo miraValga hacer una breve alusión mnemotécnica, y ver cómo fue el contexto de Eduardo López, cuando empezó a escribir sus primeros versos y dar de qué hablar en la ciudad. Por ese entonces, La Ruana era, de algún modo, el derrotero poético y máximo valor literario de una ciudad que la adoptó como himno popular del alma pereirana. Poema de acervo costumbrista, convertido en canción popular, fue por excelencia la huella digital de Pereira en el panorama cultural colombiano.

Luis Carlos González, un hombre de arraigo, sin formación intelectual pero de indudable talento, se había quedado (y aún lo sigue teniendo) con el primer puesto de poeta en una ciudad que iba en crecimiento y que se posicionaba como la más importante de la región. Luis Carlos fue en sumo el poeta más importante de una Pereira tradicional y cafetera, viva e independiente.

Siempre han existido poetas en nuestro medio. Algunos de ellos fueron hombres de cultura superior. Sin embargo, el laurel de la poesía estará siempre presidido por Luis Carlos González. Es el poeta de todos y su obra está amorosamente unida a la historia de Pereira.  En alas de la canción, sus poemas han traspasado las fronteras, haciendo resonar el nombre de nuestro solar en incontables latitudes. En la poesía del Maestro está viva la historia de una aldea que se convirtió en ciudad y que interpretó sus bambucos henchidos de amor y de paisajes, compuestos con discreta ironía, como preguntando en voz baja quién escribe los versos. Si algo despertó la admiración de sus contemporáneos fue su facilidad para entonar, siempre inspiradamente, la música de las palabras.  Pereira tendrá en adelante otros poetas -más profundos, de más rica espiritualidad-, pero ninguno como Luis Carlos González volverá a ser reverenciado en calidad de genio del lugar.  No es poca la gloria para un escritor cuando pensamos que la inmortalidad consiste en no ser olvidados por quienes nos aman.

Estas palabras de Mauricio Ramírez, poeta y compilador pereirano, ponen relieve en la importancia capital del poeta de la Ruana para el sino poético de nuestra ciudad.

Rememoremos algunos versos de este poeta, que aunque no es nuestro invitado a la mesa,  no podremos cenar sin su beneplácito.

Que quién escribe los versos,
Preguntas chiquilla inquieta?
Es mentira que se escriban
Y mentiras los poetas.
Los dicta el alma. Y entonces,
Como las palomas, vuelan,
Rayando luz de recuerdos
En largas noches de ausencia
(Fragmento de Fábula)

Luis Carlos fue entonces el poeta amoroso de rimas claras, sin elucubraciones filosóficas, imágenes sin ningún misterio por desentrañar pero que, en la voz popular, causaban conmoción y evocación en quienes las leían.

Así que mientras Luis Carlos era loado y leído por la gente de Pereira, Eduardo apenas niño, apenas joven, hacía su bachillerato en el Instituto Caldas de Pereira y sacaba libros que su padre pagaba con anticipación de la histórica librería Quimbaya, donde leyó como condenado a muerte y encontró su vocación literaria.

Ya en su periodo de producción, Eduardo, venido de Europa, ensaya a ensayarse poeta en una ciudad que poco o nada entendía de lo que acontecía en el mundo literario de afuera  (aún parece no entenderlo) . Y mientras el amor, la aldea, el café y el hacha se pierden en la ruana Luiscarlista, ¿qué hace Eduardo elucubrando sobre belleza, cuál, a qué se refiere…?

 Antes (y en vivir) Después la nada
Grafia lunar: innumerables
Torres conicas huecas al centro
Albergan los hombres
(Fragmento de Comenzar defiendo la belleza)

La belleza no era un tema recurrente en la poesía local de antes, se daba por entendida, por lo menos no la conciencia de su existencia. Solo un hombre con preocupaciones estéticas (entendida esta no solo como lo plástico y atinente al arte, sino como aliento filosófico del espíritu) podía poner de relieve el bello misterio de lo desconocido.

Eduardo es entonces un intelectual que asume el oficio de escribir como una profesión, un habitus cotidiano, no es un hobby, ni un asunto palaciego, ni sus poemas son de ocasión patriotera para cantar al estro nacional. Eduardo inaugura en Pereira, inevitablemente, las vanguardias,  llega a una ciudad aislada del mundo a mostrarlo abierto en su pluma, a decir: esto es poesía, también, esto es expresión, aquí está el mundo. 

En Hay en tus ojos realidad, Eduardo canta a temas como la palabra y el amor, fundamentalmente. Vuelve al amor, después de trasegar por una poética arcana, mediada por el filtro del intelectualismo culterano, propio del conceptismo de Góngora o Quevedo, un conceptismo a la moderna, pero conceptismo al fin y al cabo. Vuelve al amor, con un sutil toque de erotismo velado, no por su moralidad, sino porque a Eduardo le interesa que todo quede sugerido, que nada sea dicho definitivamente para siempre, mal del que sufría la poesía clásica; el amor en Eduardo López, es fantasmagórico, es etéreo…

Te añoro
Como si hubieras muerto
Y sin embargo
Sé que vives y me amas
Que en tu distancia
Anhelas mis palabras
Y que tu cuerpo aún siente
El fuego de mis poemas
Y mis besos
(Fragmento de Bachiana No. 5 Aria)

Y desde esta hermosa descripción, de un pasado creador,  la pregunta intensa y dramática, hace alarde en la mitad de un poema amoroso.

¿Acaso
Fuimos sueño
Ceniza, soledad?

Eduardo deja fluir la mano al escribir, crea y cree, es poeta en todo el sentido amplio de la palabra; el poeta que rompe moldes, después de haberlos conocido muy bien, amante de la música clásica y la noche, su musicalidad inmanente es su viaje a otros terrenos de la palabra,  aquella que solo vela sentidos, que es una concha nacarada de un fondo vertiginoso.

     Habla, que las palabras son imagen del silencio
Cada palabra lleva el lastre de lo incofesable
                                             Cada palabra es lecho humedecido
    Por la cópula o el sueño. Toda palabra es fábula.

En Eduardo López se puede dividir la historia de la literatura regional en dos. Nacido al inicio de la segunda mitad del siglo XX, hijo verdadero de Pereira, la ya capital,  su poesía, normal para nosotros hoy; exótica, extraña para un ayer permeado por una tradición costumbrista y rimada, este humanista es. de lejos, el más grande poeta que haya pisado estas tierras con un legado de importancia en las letras.

Las nuevas generaciones  de poetas pereiranos, que hoy deambulan por las calles, que ganan premios locales y nacionales, que asisten a eventos masivos de poesía, que anidan en bares y callejuelas noctámbulas recitando el mundo a tragos de tequila, beben, sin quererlo, en una tradición que parte de él y llega a él.

¿Pero por qué digo que parte de él? Porque indudablemente, y aun la demora en reconocerlo es un argumento más sólido, Luis Carlos González no fue más que un consolidador de un statu quo poético, Vox populi de troveros y bambuqueros, buen poeta, pero al fin y al cabo poeta menor.  Llega a él, hoy más que nunca a diez años de su muerte, la voz del primer poeta del yo, decimonónico renovado, mientras todo en la poesía era un canto a lo externo y diáfano de un paisaje que se cantaba a sí mismo.

La poesía de Eduardo López es una pregunta profunda, en medio de una sociedad que cree resolver todo con la tradición comercial y su vocación de café. Una tradición poética que es bella, sí, pero poco dubitativa  sobre lo establecido.

Noche perfecta
Sin luna y sin metáforas
Entre el bambú
Solo los ojos del búho
Sobre las brasas, cenizas
Que se evaden, que se van
¿Contaré con un más allá
De este ahora?
¿Me apasionaré con la muerte del ciervo
En las altas montañas rumorosas de cascos?

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